El fotógrafo colombiano Iván Valencia presentó en los World Photography Awards una serie fotográfica donde captura la majestuosidad de las ballenas jorobadas que migran a las cálidas aguas de Bahía Solano, un remoto puerto en la costa pacífica de Colombia.
A través de sus imágenes, Iván documenta no solo la imponente belleza de estos gigantes del océano, sino también el impacto que su presencia tiene en la vida de los habitantes de esta pequeña comunidad. Cada año, entre julio y octubre, miles de turistas acuden al pintoresco puerto en busca de un encuentro cercano con las ballenas, una tradición que ha transformado la economía y el ritmo de vida en Bahía Solano.
Con su trabajo, Iván no solo pone en evidencia la conexión entre la naturaleza y el turismo, sino que también destaca la importancia de preservar estos hábitats naturales para las generaciones futuras.
¿Qué te llevó a elegir las ballenas jorobadas y la ciudad de Bahía Solano como el tema de tu serie? ¿Cómo descubriste la conexión entre estas ballenas y la vida en la costa pacífica de Colombia?
Todo empezó con el deseo de ver ballenas jorobadas, algo que nunca había pensado hacer como parte de mi trabajo con la agencia para la que colaboro como fotógrafo. En ese momento, la temporada de avistamiento se acercaba, y me entró la curiosidad por los lugares más conocidos de Colombia para verlas. Comencé a preguntar en mis redes sociales a personas que ya habían vivido esa experiencia. Con la información y las recomendaciones que me dieron, descubrí Bahía Solano, un pequeño pueblo costero que vive de la pesca y que depende mucho del turismo, especialmente en la temporada de avistamiento de ballenas.
Tu serie captura la interacción entre los turistas y las ballenas jorobadas, así como el entorno natural de Bahía Solano. ¿Cómo equilibraste la representación de la belleza y majestuosidad de las ballenas con la realidad de la vida en esta pequeña comunidad costera?
Hablar y preguntar es algo natural para mí. Así fue como entendí la relación tan especial que tienen estas grandes y majestuosas ballenas con el lugar. Ellas traen prosperidad al pueblo, felicidad a los turistas, y nuevas preguntas para los biólogos e investigadores. El turismo enfocado en la conservación y la educación tanto de los habitantes como de los visitantes ha hecho de Bahía Solano un destino único, donde el cuidado de las ballenas y de los turistas es clave.
¿Qué desafíos enfrentaste al capturar a las ballenas jorobadas y la dinámica del avistamiento de ballenas en tu serie?
Como fotógrafo documental y periodístico, siempre tengo ganas de explorar a mi propio ritmo, pero a veces hay que adaptarse a la vida y a la naturaleza. Las imágenes que tenía en mente al principio no salieron como esperaba. Me di cuenta de que había días en los que no veríamos ni una ballena. Aun así, el mayor desafío fue volar un dron sobre el océano y con el barco en movimiento. Las dificultades técnicas y el mareo fueron un reto, pero gracias al gran equipo que me acompañaba, lo superamos.
¿Qué te inspiró a participar en los Sony World Photography Awards y cómo seleccionaste las imágenes que presentaste?
Los premios SONY tienen un significado muy especial para mí. En 2013, gané mi primer concurso de fotografía y mi primera cámara Sony, lo que fue un gran impulso para mi carrera mientras estudiaba. Años después, decidí intentarlo de nuevo, sin esperar ganar, solo para compartir mis imágenes en un concurso que respeta a los fotógrafos. Generalmente, me ha tocado documentar el dolor y las tragedias del mundo, pero esta vez tenía una historia de color, alegría, paz y conexión. Por eso elegí estas imágenes, para dar una segunda oportunidad de esperanza a la humanidad.
¿Qué impacto tuvo para ti participar en el Sony World Photography Awards, tanto a nivel personal como profesional?
Recibir buenas noticias siempre es algo hermoso. El reconocimiento profesional es algo que agradezco mucho, y hace que ame aún más esta profesión. La atención de la prensa, los regalos y los viajes son prueba de que valoran mi trabajo y me motivan a seguir compartiendo mi visión del mundo.
¿Cómo ha cambiado tu perspectiva sobre la fotografía o tu enfoque artístico después de haber participado en el concurso?
Llevo más de 10 años como fotógrafo, y lo más bonito de este trabajo es ver cómo las personas interpretan tus imágenes. Comprender lo que necesitan y darles una voz a través de la fotografía se ha vuelto algo tanto profesional como personal para mí. Es el arte de capturar la realidad con una mirada crítica y devolver el agradecimiento a quienes te abren sus puertas. Yo gané gracias a ellos, y ellos lograron que su historia se conociera en el mundo a través de mis fotos.
¿Qué consejo le darías a los fotógrafos que estén considerando participar en el Sony World Photography Awards?
El mejor consejo que me hubiera gustado recibir es confiar en uno mismo. A veces tenemos miedo o inseguridad de mostrar nuestro trabajo, sin darnos cuenta del impacto que puede tener, incluso en una sola persona. Eso ya es suficiente para motivarnos y saber que estamos haciendo las cosas bien. La única competencia en la vida es contigo mismo: superarte y entender que lo importante es ser feliz, sin importar lo que los demás piensen. Mil puertas se cerrarán, pero muchas más se abrirán.
